miércoles

🟠 LONDRES: CHELSEA, CITY, COVENT GARDEN

La llovizna que a intervalos cae cada mañana aviva los colores de una amplia variedad de flores pequeñas que engalanan los alféizares de las ventanas. Los débiles rayos de sol contribuyen a ello presumiendo de rayos en forma de enormes pestañas, al asomar, dejándose ver de tanto en tanto por entre las nubes. Ciclámenes blancos y fucsia alternando con margaritas clásicas, unas de color azul y otras naranja. Narcisos blancos y amarillos, prímulas acompañadas de esbeltos jacintos, calceolarias de distintos colores mezcladas con pensamientos. En los jardincitos que adornan la parte delantera de las casas, sus dueños cuidan con esmero bonitos macizos de otras plantas de flor más grande así como diferentes arbustos, increíbles camelias blancas y tupidos ciruelos floridos en color rosa. A las fachadas de las casas de estilo victoriano, se le restablece su rojo ladrillo con la humedad del agua caída.
En esta parte de la ciudad se vive hacia adentro siendo las plantas floridas colocadas en las ventanas y los cuidados jardines las señales evidente de que dichas casas están habitadas. Tan bella ornamentación les da un estilo peculiar a este distrito de la capital del Reino Unido aunque las viviendas permanecen herméticas, por seguridad o precaucion.
No es del todo casualidad que en media hora caminando se puedan ver cuatro o cinco limusinas aparcadas por la calle y, desde una óptica de turista minimalista, no se comprende el encanto de tales vehículos que dan un servicio útil a determinado tipo personas. La verdad es que se estiman más útiles e interesantes los london cabs, además de efectuar sus recorridos con rapidez y la posibilidad de compartir con otros viajeros el mismo trayecto, se vive la experiencia de disfrutar de un pequeño cosmos humano en tan reducido espacio.
Entusiasma otra clase de lluvia, la que producen los pétalos de flor de ciruelo al caer sobre en cemento de las aceras formando una cobertura rosada donde se marcan las huelas de las pisadas tal como suelen quedar sobre la nieve y en la arena de una playa. No hay ni que decir que es primavera.


🟡LONDON City

Para un viajero que es empresario, comercial o buscador de empleo puede que Londres, la capital del Reino Unido, no sea más que un lugar donde obtener su medio de vida, expandir su negocio, aumentar sus divisas o vender su producto. Puede que esta ciudad sea para algunos un puro martirio transitar por la urbe y tener que sufrir a diario, o cada cierto tiempo, el agobio de mucho ir y venir de un estilo de vida ajetreado.
Y es que, si no se saborean a diario las cosas que nos rodean, pasamos a ser una mera pieza del engranaje en la maquinaria productiva e inhumana de una ciudad moderna. Puede que nos sintamos una pieza clave, pero seremos pieza al fin al cabo, una más que si se deteriora se repone.
Qué sentido tiene nuestra vista, nuestro olfato, nuestro oído, nuestro gusto o nuestro tacto si somos un robot insensible que avanza por la vida cargado de inquietudes y de problemas a los que tiene que hacer frente a diario sin percibir nada de lo bello que tiene el entorno que nos toca vivir.
Puede que la City tenga otro valor para el viajero por placer, para quien usa un poco de su tiempo y su dinero en ir a saborear y desplegar los cinco sentidos sobre todo cuanto visita. Uno de los negocios en aumento es el turisno, el viajar por placer a cualquier rincón del planeta. Sólo el ser humano viaja muchos kilómetros, hace largas colas ante un museo, paga dinero o se fatiga por el mero hecho de ver algo bello y original creado o no por el hombre.
Estas cosas que se viven en cada uno de esos viajes tiene que ver con la manera en que cada cual decide vivir y valorar las cosas, las ideas, los logros o peculiaridades de un lugar concreto. Dicho esto quiero valorar como único el barrio londinense de Covent Garden. Quizás a otros no le gustó pero "para gustos estan los diferentes colores"

🟡LONDRES-Covent Garden

La mañana es como tantas otras, con un cielo nublado aunque muy claro. El agua caída horas antes lavó las hojas de árboles y arbustos que lucen brillantes por jardines y parques, con un verde intenso que contrasta con el rosa, amarillo, azul y rojo de las flores. Aunque el clima no es muy agradable por la sensación de frío por el exceso de humedad, el día promete para el ciudadano de a pié. En la visita más que recomendable a este lugar se despiertan todo tipo de sensaciones.
Por la explanada donde se accede al recinto de lo que fuesen los antiguos jardines de un convento (de ahí su nombre Covent Garden) reconvertidos desde hace tiempo en un grancioso mercado o lugar de ocio y tiendas, circulan personas de todo tipo y edad. Se acercan interesadas, unas veces hacia un grupo de gente y otras a otro, de esos que rodean a los artistas cuando exhiben sus actuaciones en el teatro de la calle. De tanto en tanto se oyen los aplausos entusiasticos del público curioso y abierto a cualquier cosa nueva que puedan ver los ojos.
Acróbatas, saltimbanquis, cantantes, zancudos, músicos, humoristas, mimos y otros muchos artistas de la calle que buscan su oportunidad y sus monedas. Al fondo de un pasillo unas grandes columnas de hierro sostienen lo que parece ser unos peculiares soportales. Sentado sobre una especie de anorak color oscuro que ha puesto doblado en el suelo y apoyando parte de su espalda sobre una de las columnas, se halla sentado un joven violinista de rasgos asiáticos, puede que sea japonés, que observa a la gente que pasa mientras el instrumento espera sobre su funda abierta a que el músico lo haga sonar de nuevo. Cada vez que percibe una avalancha de gente, el joven toma su violín y se levanta para ejecutar una pieza de elección propia. Al instante se oyen las notas salir del instrumento con una dulzura más que agradable a los oídos. No queda otra que acercarse más y más hasta que se percibe plenamente y con nitidez todo el valor de la pieza. Aunque no es una melodía famosa, transmite una belleza que transporta el espíritu a otra dimensión e invita a volar junto a los pájaros urbanos que crean sus piruetas en el aire. Tanta abundancia de creatividad, tantos aromas variados, tanta policromia y variedad de formas naturales o artificiales hacen de este un lugar único y de visita obligatoria en la urbe londinense.

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