martes

MI REY


Mi gran Rey, en tu compañía las lágrimas suelen ser menos frecuentes, la oscuridad menos temida, el miedo menos paralizante y la soledad más fructífera.
Cada vez vibra más auténtico el amor agape y se desarrolla más en lo profundo mientras se va arraigando el sentimiento de lo impersonal, el sentimiento que va diluyendo el propio ser para formarm parte de tu vibrante creación, para ser de verdad barro en tus manos, para sentirme de verdad parte integrante del obrar de tu fuerza.
No es nada fácil con tanta apelación al ego, con tanta flauta encantando a los heredados ratones de nuestro egoísmo, con tanto ególatra en su pedestal queriendo igualarse a ti. Sólo mirando tu gran paciencia he adquirido paciencia, sólo sabiendo de tu amor pude ensanchar mi amor y, aunque te llamo Rey, porque lo eres, también te llamo Padre porque me lo has demostrado desde que tomé conciencia de mi existencia delante de tus ojos. Porque tu cuidado hacia la diminuta y debil persona que soy por dentro es constante y todas mis necesidades cubres a su propio tiempo.
Mis dudas e interrogantes duran lo que tardan en llegar a tus oídos y las respuestas siempre son satisfactorias. Me instruyes de una forma magistral, ocasionalmente y de continuo, con una disciplina deseable, usando las palabras y en tacto de verdadero maestro que redireccionan cualquier mal paso en mi camino y esclarecen cualquier punto de oscuridad.
No hay duda de que, como amigo, eres muy entrañable, muy cercano y hospitalario, el amigo verdadero que no te deja en tiempos de dificultad ni se avergüenza de tus imperfecciones sino que las comprende y te ayuda a estar erguido mientras las superas.
Qué alegría sentir tu sonrisa cómplice, tu poder más allá de lo normal y tu paz que supera todo entendimiento.
Cuanto más cerca estoy de ti, menos importante me parece mi dolor ante la injusticia, de tu humildad aprendo a ser humilde porque tu ejemplo es abrumador en este sentido, porque no haces alardes de tu poder ante los débiles, ni te mofas de los caídos que te piden ayuda para levantarse.
Tú eres el que suplica por favor a tus hijos, el que advierte una y mil veces al que anda por un camino a ninguna parte para que rectifique y llegue al buen destino de la vida. Veo que hay tal nube compañeros de viaje, de colaboradores de propósito, que siempre hay alguno hablándome al oído, tanto como si voy mal como si voy bien, unas veces para ayudar a levantarme y otras para levantarme ánimo, tanto si son de este siglo como de siglos pasados, se agradece tanto los buenos compañeros en el camino.

No hay comentarios: