MAS ALLA DEL AHORA (Relato corto)




INTRODUCCIÓN

Su manera de andar era tan única y armoniosa que despertaba una curiosidad especial en muchas de las personas que con ella se cruzaban por calles y plazas.
Tenía el poder de hacer que alguien se giraba para ver incluso su espalda, para seguir disfrutando del ritmo especial de sus caderas acorde con el movimiento de sus brazos.
Con estas formas y maneras no se nace pero solo se pueden desarrollar por algo que sí lleva ella implícito en su esencia.

1

Aquel año la dirección del hospital tomó finalmente la decisión de ofertar cinco nuevas plazas de enfermería. Aunque con anterioridad ya circulaba un rumor muy extendido, todos los trabajadores eventuales o en prácticas se alegraron con la noticia ya que era evidente la necesidad de tal contratación en vista del avance de las obras. Entre los profesionales del sector era bien sabido y comentado que se iba a necesitar personal para completar la asistencia a los nuevos pacientes ante la puesta en funcionamiento de las cinco plantas pendientes de hacerlo en el ala este del gran hospital. El proyecto de un hospital de las características de este, que ahora casi finalizaba su construcción, había motivado a la inversión a otros sectores secundarios dando trabajo a una cantidad considerable de personas, profesionales de esos otros sectores. Estaba prevista para el próximo mes de abril la puesta en funcionamiento de las plantas pertenecientes a las unidades de cirugía vascular, aparato digestivo, cirugía maxilofacial y aparato espiratorio.
A efecto informativo se insertó el anuncio correspondiente en el periódico local de mayor tirada y rápidamente la noticia corrió por la ciudad con un buen grado de aceptación, primero por los profesionales de la salud, después por el resto de la ciudadanía que hacía tiempo esperaba con ansia la puesta en funcionamiento de esa parte del hospital que quedaba pendiente de inaugurar.
En primer lugar se decidió empezar por esa oferta de puestos de trabajo y hacer las entrevistas correspondientes para las cinco plazas destinadas a las enfermeras de planta, aunque no serían las únicas. Había en proyecto muchas más ofertas. Quien sabe qué caras nuevas se pueden incorporar en un futuro próximo a la vida rutinaria del hospital.

2

Llegar hasta esta fecha y estos logros no ha sido tarea fácil para la actual dirección, porque los fondos asignados para la financiación del hospital dependían de demasiadas personas y administraciones. Una vez asignadas las cantidades por los entes correspondientes, todo podía seguir su curso planeado. Esta situación continuada de incertidumbre había dado lugar a un ambiente tenso y negativo incluso para los trabajadores sanitarios.
Habían ocurrido también varios roces y discusiones entre compañeros como consecuencia de algunos revuelos de faldas entre empleadas y directivos. Las noticias de ligues y seducciones siempre alteran las emociones de todos y remueven los instintos a la vez que la curiosidad genera una actitud de vigilancia o estado de guardia permanente.
El personal no quiere perderse bocado de lo que circule por todas las plantas en forma de noticias suculentas o chismes varios. Como no podía ser de otra forma, doctores, enfermeras, auxiliares y hasta limpiadoras, también forman parte de esta dinámica, convirtiéndose muchas veces las diferentes salas, en centros del cotilleo, bromas, risas, celos, suspicacias y encontronazos verbales. Buscado o no, esta comidilla diaria y continuada en el tiempo, contribuía en cierto grado a las inquietudes y el hacer diario de los trabajadores y trabajadoras del recinto hospitalario. Parecía que ya se estaba superando esa etapa gris, dado que se comenzaban a ofertar puestos de trabajo nuevos aunque, de momento, estaban empezando por los titulados en enfermería.


3

Ya se acercaba la primavera con sus posibles novedades para quienes están abiertos a nuevas aventuras y emociones. A Violeta Arano, parecía que no le afectaban nada las comidillas sobre los temas amorosos o psicológicos del hospital. Al menos en apariencia, no le preocupaba, ni quien se enrollaba con quien, ni quien se casaba o se divorciaba. Durante los casi cinco años de trabajo eventual, fue varias veces despedida y readmitida a pesar de ser una buena profesional. En el centro hospitalario había tenido la oportunidad de conocer el ir y venir de casi todos los profesionales de salud y demás empleados y, lo que le hizo salir airosa al ser testigo de situaciones críticas y comprometidas de otros, fue su resolución a no involucrarse en la vida privada de los demás o en sus tejemanejes afectivos, si no le afectaban a ella personalmente. En esos casos solía ser seca o algo fría en sus respuestas pues ella misma podía ser objeto de críticas. Ésa manera de actuar le proporcionó más de un disgusto y algunos malentendidos con personas "sensibles" a las asperezas que confunden discreción con orgullo. Aquel día del mes de marzo había sido especialmente agotador para ella. Tuvo que hacerse cargo de todos los pacientes de la planta inferior que atendía otra compañera que tuvo que ausentarse debido a que sufrió la pérdida repentina de su padre en un fatal accidente. Algunos auxiliares de la otra planta no eran de lo que se dice muy colaboradores con ella por choques de personalidad y otras historias sentimentaloides carentes de relevancia. Cuando, acabada su larga jornada de trabajo, aquella tarde salía a la calle por la puerta de personal se cruzó con el gerente del hospital que le saludó de una forma que a ella le extrañó un poco ya que esa no era la manera habitual que ese hombre tenia de hacerlo. No le dio mayor importancia y supo que ya estaba fuera del recinto cuando sintió una brisa fresca pero muy agradable que le levantó el cabello de sobre la frente. Respiró hondo, como liberando tensiones y, acelerando el paso, tomó dirección hacia la entrada del metro que estaba como a doscientos metros. Aunque a aquellas horas de la tarde los vagones iban siempre repletos de gente ella logró sentarse y durante el trayecto hasta su casa lo pasó medio adormilada y sin pensar en nada que le inquietase. Bajó en su parada de siempre y se encaminó a su domicilio. Una vez que llegó al portal, con una sucesión de actos mecánicos, abrió la puerta de acceso al vestíbulo, se dirigió al buzón, lo abrió también y extrajo varias cartas que contenía, cerrándolo después. Mientras subía en el ascensor iba repasando el correo y de pronto le atrajo la atención uno de los sobres con el membrete del hospital. -¿Qué significaba aquella carta? -Se preguntó.

4

Una vez en el interior de su apartamento, abrió el sobre con ansiedad e impaciencia y, sacando su contenido, comenzó a leer lo que estaba escrito en un folio. Después de una mínima presentación pasaba a poner claramente una cita con una fecha:miércoles 25 marzo a las 17'30 en la oficina central, departamento de personal. Y a continuación había algo más escrito que le dejó algo inquieta porque no lo entendió. Cerraba la carta un saludo del director y su firma.
Ahora el corazón le latía a Violeta más apresuradamente que cuando vio la carta, ahora se manejaba entre la duda de si sería aquello un preámbulo de un despido definitivo, o algo mejor como un aumento de sueldo, una promoción personal, alguna queja formal o cualquier otro tema que ella desconocía. Como era conocedora del anuncio buscando tituladas de enfermería pensó por un momento que podían querer prescindir de ella. Miró su reloj digital con calendario para comprobar exactamente en la fecha en que estaba y comprobó que justamente le faltaban cinco días para la cita ya que el reloj marcaba el día 20.
Con la inquietud lógica que provoca la duda y la incerteza se dirigió al baño con la intención de darse una ducha bien caliente.
Minutos después el agua descendía por todo su cuerpo como arrastrando hacia el desagüe el nerviosismo que le provocó al final del día la misiva. Estaba especialmente cansada y necesitaba uno de sus momentos de relax.
-Mañana será otro día,-se dijo mientras dejaba caer y caer el agua sobre la piel.

5

Salió de la ducha con la cabeza más despejada y con una actitud mental diferente, hasta el punto de que casi se olvidó de la carta recibida y su extraño contenido. La lámpara de sobremesa estaba encendida, manteniendo la sala en una especie de penumbra agradable e intimista. Después de cada duro día de trabajo era muy habitual en ella llevar a cabo una especie de rito chil-out que realizaba por puro goce, en el que no faltaban las velas perfumadas, los aceites aromáticos, la música relajante y alguna bebida hecha con un licuado de fruta fresca.
Entonces, se estiraba sobre el sofá de dos plazas que había en el salón, con la espalda descansando bien recta sobre los asientos y las piernas sobresaliendo, dobladas por las rodillas y como colgadas en uno de los brazos del sofá. Una vez cómodamente colocada se mojaba las yemas de sus dedos índice y corazón en uno de los aceites y se daba con ellos unos toquecitos suaves y luego un leve masaje circular en ambos lados de las sienes al mismo tiempo. Escogía el aroma según el estado de ánimo del día, a su propio gusto y elección. En ese momento le apetecía esencia de mandarina con base de aceite de almendras. Después se dejaba llevar por un agradable desplome corporal permaneciendo así un tiempo que nunca podía precisar cuanto duraba, era pues su propio cuerpo, quien decidía por ella cuando tenía suficiente.
Esa noche tenía el plan de preparar una cena ligera para dos y, tras su tiempo de relax, se puso una prenda cómoda para dirigirse a la cocina y realizar la tarea propuesta. Se enfrascó en el trabajo con dedicación perdiendo la noción del tiempo.
Cuando ya tenía preparado casi todo lo de la cena, se le antojó que se le había hecho tarde y miró al reloj de la cocina que le confirmó su sospecha. Realmente era muy tarde para que el invitado aún no hubiera llegado a casa. Hasta ahora le había demostrado que era un hombre puntual en sus citas.
No queriendo preocuparse pensó que seguro que aquel retraso tendría alguna explicación más que razonable.

6

Pasaron aún tres cuartos de hora más sin que Bredell, su invitado, diera señales de vida, ni avisara de dónde y cómo se encontraba. Para entonces, Violeta ya había hecho varios intentos de comunicarse con él, vía móvil, sin obtener resultados. Bastante decepcionada y antes de recoger todos los alimentos para guardarlos en el frigorífico, decidió comer algo y esperar un rato más para dar un tiempo al joven por si le había surgido algún problema inesperado y de pronto se lo comunicaba con una llamada.
Pasaba el tiempo pero su móvil seguía en silencio. Su cara ya empezaba a mostrar auténtica preocupación pero ella no tenía ningún medio de comunicarse con nadie conocido que le pudiera informar pues, que ella supiera, su invitado para esa noche apenas llevaba dos semanas alojado en la ciudad.
Aún estaba sentada comiendo algo, ella sola, y en vista del poco éxito de la cita. Cuando estaba casi terminando, el ring del teléfono fijo la sobresaltó y, con un sólo gesto, alargó la mano y lo agarró con energía y llevándoselo a la oreja preguntando ansiosa:
-¿Quien es?. ¡Dígame!
Era una falsa alarma pues al otro lado del auricular se oyó una voz femenina muy familiar para ella que le contestó.
-Vío, soy yo , tu hermana. ¿Te pasa algo?
-Es que estaba esperando la llamada de otra persona y pensé que era él.
-Y, ¿ se puede saber qué persona es esa? -Ya te lo dije, tenía esta noche invitado a cenar a Bredell y no ha venido aún.
-Jajajaja...rió la hermana, diciendo a continuación, -Se le habrá olvidado.
-No creo que sea ese el caso respondió Violeta.
Las dos hermanas dialogaron un rato mas poniéndose al corriente de todo y finalmente se despidieron.
Aquella noche se le hizo a Violeta larga y tediosa, con tramos cortos de sueño interrumpido por el recuerdo de los incidentes del día. Así la pasó, entre sobresaltos y sueños interrumpidos.


7

Aunque estaba ya amaneciendo se había quedado adormilada por última vez cuando se escuchó insistente el timbre de la entrada, resonando por todo el apartamento en el silencio de la mañana. Se levantó de un salto y fue hacia la puerta que abrió sin preguntar. Ahí estaba él, con aire compungido, los ojos soñolientos y algo sombríos, llevaba la cabeza inclinada hacia el hombro derecho como si no pudiera sujetarla erguida. Allí se encontraba Bredell, en el rellano de la escalera esperando a que alguien abriera la puerta. -¿Puedo entrar? -preguntó, sin hacer ningún gesto de acercarse para saludarla. - Si, puedes entrar, aunque la cena está ya algo fría -respondió ella con ironía. Una vez dentro y, a medida que él le iba relatando los acontecimientos que habían tenido lugar durante aquella movida e interminable noche, la enfermera se fue enterneciendo y acabó por prepararle algo caliente. En resumidas cuentas le explicó que su casera, que estaba embarazada, se puso de parto prematuro y la tuvo que acompañar urgentemente al hospital. Se quedó con ella toda la noche hasta que volvió su esposo que estaba de viaje. Le dijo que, con los nervios y las prisas, se había dejado olvidado el móvil en la casa y no lo pudo recuperar hasta que el marido de la señora volvió y se hizo cargo de la mujer y el bebe. Hasta entonces, él no pudo volver a casa a recogerlo. Todo eso le ocupó la noche entera y confiaba en que ella comprendería y sopesaría todos los hechos y también le sabría disculpar el plantón de la cena. Le pidió disculpas y entonces sí se acercó a darle un beso que ella aceptó junto a la disculpa. Ella le preguntó: -¿Acompañaste a la señora durante el parto? -Si, en el maternal dije que era enfermero y la parturienta lo confirmó. La doctora que le atendía me dejó estar presente. ¡Ha sido una gran experiencia para mí¡ -Casi una Master class en obstetricia y ginecología -dijo ella medio en broma y alegrándose por él. Él sonrió algo forzado debido al agotamiento mientras terminaba de beber el resto del contenido de la taza que Violeta le había preparado. Ella se fue a su cuarto para acabar de vestirse y marcharse al trabajo pero, de pronto, se dio cuenta de que la hora ya estaba bastante avanzada y se tenía que ir a toda prisa. Cuando volvió al salón encontró a Bredell Lumis total y profundamente dormido en el sofá. Le enterneció la imagen de un grandullón de su talla tan indefenso. Le quitó los zapatos, le echó una manta para cubrirle y, cerrando tras de si la puerta se dirigió al ascensor para tomarlo y bajar hasta la portería. Un largo día de trabajo le esperaba.

8

Se puede definir el ritmo como una forma de sucederse y alternar una serie de cosas, entre ellas los movimientos, que se repiten periódicamente en un determinado intervalo de tiempo. Ocurre con las notas de una composición musical, con la manera de andar, con los versos de un poema o con los latidos del corazón. Sí, así es, Violeta Arano tiene un ritmo natural que despliega graciosamente y con cierto atractivo al andar.
Ella suele avanzar por la calle andando al estilo Charlot, con las piernas algo mas abiertas hacia fuera a partir de las rodillas. Su tronco es orondo, como en forma de tonel; abombado en medio, sobre la zona del vientre.
Los brazos le caen despegados del tronco y con movimientos alternativos hacia adelante y hacia atrás, ligeramente abiertos a partir de los codos.
Una manera muy particular y suya de andar, que es muy difícil de imitar para quien no tiene una constitución esquelética y orgánica que se lo permita como a ella. El bolso parece que le sobra, así, colgando de un hombro, es como si llevase un elemento ajeno y que además estuviese mal colocado, como a punto de caerse en cualquier momento. Quien sabe si algún experto en la mente, o en la salud mental y emocional, tan aficionados como son a etiquetar comportamientos humano, no podría diagnosticar en esa manera de moverse algún síntoma preocupante a tener en cuenta.
Ella es el tipo de mujer vital que a pocos deja indiferentes sea por despertar simpatía o por lo contrario.
Pero avanza segura y rápida, con la espalda muy recta y el vientre alto y redondo.
¡¡Benditos genes que han procurado tan abundante y extraña variedad entre los humanos!!
A no ser porque astutamente ha descubierto un estilo de vestuario que le favorece, ella y su manera tan especial de andar pasaría desapercibida para la mayoría de las personas con las que se cruza a diario.
Aunque, con relación a su figura, tuvo sus años difíciles en la adolescencia, ahora disfrutaba de un grado razonable de autoestima que le permitía alejarse de los complejos. Sus años de estudio y esfuerzo hasta la diplomatura le hicieron perder la perspectiva negativa de centrarse sólo en lo físico, le hicieron comprender que hay algo de más valor que la vanidad de un cuerpo estereotipado socialmente.
Cuando a diario se tiene que ver a compañeros médicos esmerarse para remover de entre vísceras algún intruso maligno, soldar algún hueso roto, atender a las mil y una averías del cuerpo humano o incluso se ha visto esos cuerpos rendirse en tantas ocasiones ante la muerte, el físico estricto desaparece, predomina la voluntad, la sabiduría y la profesionalidad, porque a diario hay una prioridad, una lucha tenaz por reparar los interiores de los que se ha dado en llamar pacientes para que recuperen su propia dignidad por medio del restablecimiento.

9

Mientras continuaba andando en dirección al trabajo le asaltó el recuerdo de la carta recibida el día anterior produciéndole un repentino y ligero rubor por la incertidumbre de su finalidad. En ese momento se resolvió a indagar en lo que podría significar aquella cita misteriosa. Lo más destacado que ella recordaba del contenido, además del día, hora y lugar de la cita, era la alusión a "un asunto de interés personal para usted". Con esta idea en mente se planteó si sería útil bajar aquel día al departamento de personal en su tiempo de descanso para averiguar algo más al respecto. Si no lograba información satisfactoria tendría que esperar hasta el momento de la cita pues al fin y al cabo ya faltaban sólo cuatro días. Después de tantos años estudiando y tantas pruebas superadas, después de tantas exigencias y peticiones, después de tantos periodos en el hospital esperando superar una y otra prueba, esperando ir paso a paso logrando pequeñas metas y pequeños logros hasta conseguir su diplomatura, esperar unos días más hasta saber el significado de la carta no era gran cosa. Nada le había sido fácil a ella hasta llegar al punto en que se encontraba en este momento, pero nunca se sabe si puede mejorar o empeorar una situación.
¿Qué prueba más le esperaba? - se dijo en su interior.
Siguió adelante con la cabeza erguida mirando al frente hasta que se dio cuenta de que estaba entrando por la puerta principal del hospital. Algunas personas le saludaban porque le conocían y otras porque eran compañeros o compañeras de trabajo.
Aunque solía saludar amablemente a todos esa mañana no devolvió el saludo a nadie. Además de la decepción de la cena frustrada de la noche anterior, estaba algo inquieta y sabía que le esperaba una larga lista de tareas sin contar con los imprevistos y las emergencias. Respiró hondo y comenzó a olvidarse de su vida personal porque con la vida y las inquietudes de los enfermos ya era más que suficiente en las horas de trabajo. Siempre quiso controlar sus emociones pero era evidente que había cosas que se las alteraban en un sentido o en otro y, aunque era consciente de ello, aún no podía evitarlo a estas alturas de su vida. No era sencillo compaginar todo, y constantemente estaba mejorando sus conocimientos. Este interés por la formación continua dejaba claro lo mucho que le gustaba su profesión.

10

El doctor Grau había llegado aquel día más temprano que de costumbre pues no era usual que estuviera ya trabajando cuando Violeta llegaba a la planta en la que tantas veces coincidían sus antagónicos caracteres. A ella no le apetecía ser víctima de sus ironías a primera hora de la mañana y le extrañó, a la vez que le fastidió mucho, verlo en un extremo del mostrador de la zona de enfermería hablando con alguien que parecía ser un colega pero que era desconocido para ella.
¿Que hará éste aquí tan temprano?- se preguntó.
Justo aquel día no le apetecía hacerle buena cara a nadie y menos al tal doctor.
Fingiendo no verlos se dirigió al vestuario de enfermeras para cambiarse y comenzar su tarea. Después de unos diez minutos salió del cuarto y dio un pequeño rodeo para no encontrarse con los dos hombres que aún permanecían en el mismo sitio charlando. Providencialmente la interceptó una auxiliar de otra planta y le dijo en plan confidencial;
-¿Has leído las ofertas de trabajos del periódico de hoy?
-No, no he tenido tiempo - respondió secamente.
-Pues se buscan doctores para las nuevas plantas.
- ¿Y para eso han puesto un anuncio? -!pero si aquí no hizo falta eso cada vez que se necesitó personal! Aquí siempre hay alguien que conoce a alguien y que a su vez conoce a alguien que es muy buen doctor - dijo ella en un tono entre áspero y escéptico. La auxiliar siguió compartiendo sus inquietudes y dijo; - Aquí va a haber muchos cambios-dijo la muchacha.
-Pues bienvenidos sean, que falta nos hacen - respondió mientras comenzaba a caminar dejando a la otra mujer con más ganas de conversación.
- Que borde está hoy la pobre -dijo entre dientes y se fue hacia su planta algo decepcionada.
A Violeta Arano no le quedó otra alternativa que dirigirse a su zona de trabajo y tomar contacto con todo el volumen de tareas que le esperaban a ella y a sus compañeras de turno.
Aunque no había mirado directamente al punto donde estaba Grau con el otro hombre, una sensación de certeza le confirmaba interiormente que aún permanecían allí. Era como si una presencia negativa ocupara todo el espacio, pasillos incluidos.
Intentó concentrarse en el historial de una paciente de mucho riesgo que requería algo más de atención que los demás, y en ello estaba absorta, cuando sintió por encima de la ropa, a la altura de su cintura el roce de una mano con un toque especial, familiar.
Aunque varias emociones negativas se le despertaron como saliendo en tropel alborotándole las vísceras, al menos por esta vez pudo controlarlas y no gritar airada. Casi al mismo tiempo notó en la nuca un soplo de aliento y oyó la voz de alguien también muy familiar, produciéndole un estremecimiento involuntario. Enrojeciendo de rabia apartó la mano con furia y se echó hacia un lado consiguiendo, en un acto casi heroico, mantener la boca cerrada.
Casi con un susurro él le dijo:
-Ven un momento, quiero presentarte al doctor Corell que posiblemente venga a trabajar con nosotros.
Ella obedeció, y después de saludar al visitante, los dejó solos y se dirigió de nuevo a su trabajo.
-Si que parece que están cambiando cosas -pensó.

11

La manera de proceder del doctor con la enfermera no era ni razonable ni prudente en un momento tan crítico de la relación entre los dos. En este punto de la ruptura, cuando se intenta pasar de amantes a amigos con la dificultad que eso implica, no era lo más adecuado continuar con tácticas absurdas de seducción y dominio por parte de él.
Para los allí presentes no pasó desapercibida la tensión entre ambos, pues era de conocimiento público sus antipatías de ahora.
Tiempo atrás Violeta había sido el objeto de deseo del doctor Grau, un empedernido divorciado con ansias de romper corazones.
Pero ahora, una vez que el desamor se había adueñado del presente lo que más le dolía a ella era haber sido víctima y parte en el juego de seducción de un estúpido vanidoso. Este presente le dolía demasiado para que durase mucho, tenía la necesidad urgente de alcanzar un futuro, de ver una luz más allá del ahora.
***
El doctor Grau suele moverse con un aire altivo que destila prepotencia, como si no tuviese que rendir cuentas de nada a nadie. Está ya rondando la cincuentena aunque su edad no parece preocuparle porque es consciente de su atractivo personal y porque tiene éxito aparente en el arte de seducir y convencer a otros. A esto se le une sus dotes de mando, un sobresaliente expediente académico y un abultado currículum profesional. Su capacidad de trabajo es asombrosa, manejaba magistralmente el lenguaje y no le faltaba agudeza psicológica. Estas cualidades le proporcionaban bastante respeto y la adhesión de sus colaboradores en los equipos de trabajo que él formaba, y siempre sabía escoger a los mejores y hacer que desarrollasen al máximo su potencial. Era tan querido para unos como odiado para otros y no solía dejar a nadie indiferente por dondequiera que pasaba.
Su exceso de confianza hizo de él un hombre que no aceptaba sugerencias y un doctor estrella. Pensaba que si un médico era demasiado amable y familiar con los pacientes es porque se les quería vender salud en vez de una curación concreta.
-"El cariño a los pacientes es cosa de vosotras, las enfermeras"- le dijo en otra ocasión a Violeta.

12

Comentarios algo machistas como esos del doctor, le resbalaban ya por completo a Violeta, aunque le afectaron mucho en otro tiempo. Había comprobado por sí misma que el verdadero corporativismo se daba mas entre hombres que entre mujeres, sea cual sea el sector en que se muevan.
Aquella mañana había estado bien ocupada por un intenso volumen de trabajo y no pudo dedicar ni un momento a nada personal.
En su tiempo de descanso se tomó unos minutos para mirar su teléfono móvil y comprobó que tenía el aviso de tres llamadas realizadas por Bredell. Se le iluminó el rostro e inmediatamente marcó ella y esperó ansiosa que viniese la respuesta del otro lado. Todo lo que oyó a continuación levantó su ánimo y le produjo un brillo a sus ojos resultando evidente su alegría, cambiándole por completo la actitud que tuvo durante toda la mañana.
-Si, si...nos vemos esta tarde donde siempre, cuando yo termine mi turno -dijo Violeta y se despidió.
Se sintió ansiosa de poder estar con él y hablar de tantas cosas que le hicieran olvidar todo lo demás.
En estos momentos difíciles, en que el proceso de una ruptura amorosa que había durado varios años tocaba a su fin, le producía una gran alegría el hecho de que un hombre, varios años mas joven que ella, le dedicara unas palabras tan bellas y animadoras, era un verdadero alivio y un pequeño baño de autoestima y consuelo para su sufrimiento.
En muchas ocasiones se sentía culpable por haber caído en tantos tópicos relacionados con el amor y el enamoramiento, por haber perdonado traiciones sin arrepentimiento, por haber confiado tanto en quien no se lo merece. Los momentos de pasión vividos con aquel hombre ahora eran solo la consecuencia de una debilidad absurda, de una ceguera voluntaria, de un no querer oír y un no querer ver ciertas evidencias. Quiso creer en una historia de amor que resultó ser una farsa, una utilización egoísta de un solemne vanidoso. Violeta aprendió para siempre que de las relaciones imposibles sólo se sale a fuerza de golpes y desengaños, porque no queremos ver el río que nos arrastra hasta que nos deja abandonados en medio del océano.
Ni las clases de anatomía y psicología, ni los cursos de asistencia en hospitales tratando a gente tan variada, ni los años de estudio le enseñaron tanto sobre sentimientos, debilidades, pasiones o corazones rotos como su propia experiencia, vivida durante los tres pasados años.
Ella no los consideraba perdidos pues a veces era necesario pasar un examen así en la escuela de la vida, a pesar de los muchos momentos dolorosos

13

Violeta y Bredell se conocieron en un congreso virtual de enfermería y desde el primer momento a él le atrajo especialmente la capacidad organizativa de ella y su modelo de trabajo. Parecía estar siempre disponible y atenta a cualquier sugerencia para mejorar la eficiencia en su profesión. Quiso saber qué clase de persona estaba detrás de tanta actividad y, sin darse apenas cuenta, comenzó a mostrarse interesado por ella, por querer conocer algo más de su vida privada.
En cuanto le fue posible contactó con ella y tuvieron largos tiempos de charlas telefónicas en las que surgían las risas con facilidad. Entre ellos comenzó una amistad que se fue afianzando con el tiempo y como suele ocurrir se desarrollaron entre ellos intensos sentimientos contrapuestos y muy difíciles de manejar emocionalmente. Sólo el resquemor de la recién rota relación por parte de ella y cierta prudencia por parte de él, impidió que se quemaran juntos desde el principio y que su relación pasara a ser meras cenizas. Bredell era de origen griego, nacido en Dafni donde vivió hasta su adolescencia cuando sus padres decidieron venir España por la afición y profunda curiosidad que el niño tenía por todo lo español. Estudió enfermería en la misma ciudad española donde se afincó con su familia y allí mismo encontró un trabajo como enfermero de quirófano en el que se mantuvo activo hasta el momento de conocer a Violeta.
Sólo hacía dos meses de su primer encuentro pero él no dudó en tomarse un mes de vacaciones para estar cerca de ella y conocerla mejor.
Le había alquilado una habitación a una familia conocida suya que se dedicaba a hospedar a gente y, en los quince días que llevaba en la ciudad, no podía decir que se estaba aburriendo. Pero él tenía un único interés en aquella ciudad, un motivo primordial por el que estar allí. Su objetivo era Violeta, la mujer que desde hace un tiempo estaba removiendo tantas cosas distintas en su ser. Aunque le parecía asombroso hasta a él mismo, todo lo que hacía ahora le resultaba desangelado sin ella.
Este momento de ahora era algo incierto, como quien va en un tránsito hacia algún estado que se presiente más completo, como quien espera en un tiempo de interrogantes pero esperanzado, como quien ansía un espacio desahogado más allá del presente.

14

Ningún humano desea estar permanentemente en un estado de insatisfacción, en una situación en que parece que nada es definitivo ni satisfactorio, en un estado ansioso como de tránsito, donde el paisaje no resulta agradable por las incomodidades internas. Aunque se sabe a ciencia cierta que hay que pasar la página, se tiene el temor a lo desconocido de la página siguiente, de las posibles sorpresas desagradables del más allá del ahora. Si se ha sufrido se teme sufrir de nuevo, si se ha sido víctima de engaño, se teme serlo de nuevo, si te han herido se teme que te hieran otra vez.
Esa era la situación actual de Violeta, aunque sabía que algo estaba ya roto desde hacía tiempo, no tenía la confianza suficiente como para iniciar una nueva andadura en el tema de los sentimientos. Un fondo de desconfianza para con los hombres hacía de ella en ese momento una mujer reticente al enamoramiento aunque sentía la necesidad vital de un cambio.
En esa misma situación estaba también Bredell Lumis, con sentimientos similares a los de Violeta, con deseos de dar un salto a un más allá que los llevara lejos del momento presente. Este tipo de confluencia produjo entre ellos una especial atracción que les permitió seguir viéndose cada vez más a menudo, intimando más en sus encuentros.
Algo que también les unía es una admiración mutua y un aprecio considerable por el trabajo respectivo. Los dos eran también hijos de emigrantes pues los padres de Violeta eran venezolanos de origen y las dos familias se habían adaptado perfectamente a las costumbres españolas.
Este conjunto de cosas les unían les proporcionaban una extraña y alegre complicidad.
Lo que les deparará el futuro es aún un interrogante para ambos pero de común acuerdo habían decidido darse todo el tiempo necesario para conocerse.

15

Violeta mostraba aquella tarde una actitud algo confiada a pesar de que al día siguiente le esperaba la misteriosa entrevista, una intrigante cita en el apartamento de personal. Como estaba ya curada de espantos, tenía la seguridad de que no podía cambiar a peor lo que ya era su presente.
Agobiada como estaba por los sentimientos encontrados y por un agrio dolor emocional de fondo, intentaba reunir fuerzas para librarse por completo de la pesadilla de un amor fallido, y alejarse de aquel personaje tóxico y nocivo que le había dañado su autoestima.
Intuía, aunque más que nada lo deseaba, encontrar una salida liberadora a su actual situación.
Para no dejarse afectar por la rumorología se había creado una especie de cordón sanitario con sus correspondientes filtros, se había propuesto decidir por sí misma cualquier cosa en beneficio de su futuro, sin dejar que nada ni nadie le influyera.
El tiempo y la experiencia le habían dado una capacidad de análisis que en otro tiempo ni habría soñado. Era como si todo su potencial hubiese estado hibernando, preso de una voluntad ajena. Su relación con Bredell le había abierto la mente y el corazón a nuevas metas y proyectos, como si una mujer nueva estuviera emergiendo de un lugar donde estuvo oculta hasta ese momento.
Aquel día su servicio se extendería hasta la medianoche, y a la vista estaba, la mucha tarea que le quedaba por delante. Esa misma tarde conocería el secreto que escondía la carta recibida días atrás.

16

A la hora convenida Violeta se dirigió hacia el departamento de personal donde había sido citada y allí la recibió el jefe de personal pero, cuál sería su sorpresa, cuando vio al doctor Grau de pie, a la izquierda del otro y con cara de suficiencia, como quien está muy seguro de algo, como quien sabe de antemano que su plan tendrá éxito. El jefe de personal, que estaba sentado, se levantó y saludó a Violeta indicándole a continuación, con un gesto, que se sentara en la silla que había delante de la mesa a tal efecto. Ella obedece, y entre sorprendida y extrañada, no artículó a decir apenas dos palabras, "aquí estoy". El responsable de personal tomó la palabra y comenzó a hablar mientras Violeta le miraba fijamente.
- Señorita Arano- dijo el hombre.
-Queremos agradecerle su buen trabajo en este hospital, su excelente profesionalidad y su grado de implicación y buen hacer en su puesto de trabajo. Como usted bien sabrá estamos inmersos en un proyecto ambicioso y es bien sabido que vamos a necesitar personal en todos los departamentos.
Llegó un momento en que Violeta dejó de escuchar lo que el hombre estaba diciendo porque su mirada y su atención se habían desviado hacia el doctor Grau, que permanecía de pie al lado de la mesa.
Como el hombre se dio cuenta de que ella no le prestaba atención y estaba mirando al doctor, de pronto cambió de tema y pasó a decir.
- Hemos de agradecer también al doctor Grau que nos haya sugerido la oportunidad de que el buen hacer de usted sea reconocido y valorado.
La mente de Violeta comenzó a dar vueltas y tuvo que hacer un esfuerzo para controlar su nerviosismo.
Pensó, - este estúpido tiene que intervenir a mi favor y... para qué lo hará.
-¿Acaso pretende que esté agradecida a él, el resto de mi vida? ¡No puedo creer lo que estoy viendo!
Entonces dirigió de nuevo su mirada al responsable de personal como pidiéndole que continuara. El hombre siguió hablando y exponiendo la propuesta razón de aquella cita. Se le ofertaba una mejora de salario considerable y un puesto de más nivel y responsabilidad.
Los dos hombres la interrogaban con la mirado buscando una respuesta que, según ellos, no podía ser otra que un sí.
La mujer inclinó un poco la cabeza hacia sus rodillas que estaban muy juntas y apretadas pero lo hizo sólo para tomar el ímpetu suficiente para ponerse de pié.
Ahora estaba frente a frente a su ex, mirándole entre indiferente y desafiante. Ya nada les unía, ni quedaba por parte de ella sentimiento alguno.
Y mirando de nuevo al otro hombre dijo que se lo tenía que pensar, que tenía que consultarlo con alguien. Muy sorprendidos los hombres se miraron con extrañeza pues ambos creían que tan generosa oferta no tendría espacio para ninguna negativa por parte de ella.
Así se despidieron, y más tarde Violeta supo que Grau seria el nuevo director general del hospital y que quizás la querría tener cerca, quién sabe si para ejercer de nuevo su control sobre ella. Y es que hay hombres que nunca quieren aceptar un no por respuesta.

17

Cuando Violeta llegó esa noche a su apartamento se dejó caer sobre el sofá sin fuerzas, bien por el cansancio psíquico o por un agotamiento físico de una dura jornada en todo sentido. No dejaba de darle vueltas a lo sucedido durante el día y especialmente a toda la puesta en escena de la oferta de trabajo que se le había hecho desde la dirección del hospital, intervención del doctor Grau incluida. Solo el hecho de pensar que pudiera trabajar más cerca de dicho doctor le sacudía todo el cuerpo.
Le preocupaba tener que irse de ese hospital donde ya llevaba trabajando varios años, un trabajo que le gustaba mucho. Una especie de desidia inusual en ella impedía que se pudiera levantar del sofá, como aplastada por un peso invisible, como si se le estuviera cerrando la puerta del futuro y eso le quitaba la energía. En esa pose reflexiva se hallaba cuando oyó sonar, como si emergiera de las profundidades de un pozo, el timbre del telefonillo.
Aquello le sobresaltó pues no esperaba a nadie a aquellas horas de la noche, y pensó que podía ser un error, que alguien lo habría pulsado por error. El timbre sonó de nuevo y entonces Violeta comprendió que no se estaban equivocando y se fue hacia el auricular para descolgarlo y preguntó, ¿quién es?
Al otro lado contestó una voz conocida y dijo: soy yo, amor.
Violeta se quedo extrañada de que le llamase amor pero creyó ver en ello una simple muestra de cariño.
Sí, era Bredell y, a tan altas horas de la noche, le extrañó sobremanera, y podría estar pasando algo que no acertaba a entender pues, de tener propósito de venir a verla, se lo habría comunicado por teléfono en cualquier momento del día.
Cuando abrió la puerta y vio el rostro de Bredell le pareció un hombre algo diferente, mas seguro de si mismo, más alegre y confiado. Se dirigió a ella y la tomó por la cintura apretándola fuertemente contra sí, robándole un beso en los labios. Ella, entre sorprendida y feliz, no acertaba a pronunciar palabra.
El hombre sacó de un bolsillo de su americana un sobre que contenía unos documentos dentro.
La sorpresa de Violeta iba en aumento y su extrañeza la estaba dejando perpleja.
-¿ Qué es esto que está pasando? -le preguntó.
-Nos vamos a Tel Aviv- contestó pletórico.
- ¿ Y cómo es eso?. ¿Nos vamos de vacaciones?- preguntó aún más extrañada
. Sacando unos cuantos folios del sobre se los entregó a Violeta y aún quedó más sorprendida al reconocer que aquello era un contrato de trabajo.
Las ideas le recorrían la mente a una velocidad vertiginosa y no quiso especular más hasta tener toda la información completa.

18

Cómo para despegarse un poco de la realidad, Violeta empezó a pensar en todo lo que le había pasado en ese día y que en ese momento se le había borrado por completo de la memoria.
Antes de dejarle hablar más a quien empezaba a ser su amor, antes de leer los documentos que este le mostraba, quiso hablar ella y contar también su parte emocionante de lo que le había pasado. Apartándose un poco de él le miró fijamente a los ojos mientras decía.
-Yo tengo algo muy importantes que contarte, algo que puede afectar a nuestro futuro y a nuestra relación.
Él le mantuvo la mirada y frunció algo el entrecejo mientras preguntaba.
-¿Que es ese algo tan importante que puede interferir en nuestra vida?
- Me han hecho una oferta muy tentadora en el hospital y necesito saber tu opinión.
-¿Y cómo de tentadora es la oferta?
-El doble de lo que gano ahora.
A Bredell se le oscureció un poco la expresión de la cara y preguntó.
- ¿Y dónde está el truco para tanta generosidad?
Entonces Violeta le explicó todo lo sucedido aquella tarde detalle por detalle y en un momento de la explicación Bredell consideró que ya tenía suficiente y, apretando un poco los puños, entre celoso e indignado dijo, - ¡Basta ya con esa gente! ¡Menudos miserables!
Violeta no entendía muy bien aquella reacción y le pareció exagerada pero entonces, Bredell comenzó a mostrar un rostro más relajado exhibiendo una leve sonrisa, se acercó a ella, le cogió ambas manos como otras veces hacía y mirándole a los ojos fijamente le repitió de nuevo con mas fuerza y convicción: ¡NOS VAMOS A TEL AVIV!
Ella no supo qué decir y se abrazó a él con fuerza, como buscando protección y cariño, como queriendo entender sin entender. Permanecieron así abrazados en silencio por unos segundos y entonces separándose un poco para liberar una mano, él le mostró los documentos abiertos y le dijo.
-Esto es un contrato de trabajo para ti y otro para mí, para trabajar juntos en un hospital de Tel Aviv. Es para ti una oportunidad magnífica de aprender más y desarrollar todas tus capacidades en un hospital de prestigio, y lo más importante de todo es que podemos hacerlo juntos.
A Violeta se le estaba haciendo un nudo la garganta y de pronto rompió a llorar desconsoladamente pero de alegría. Lloraba y saltaba de contento y emoción mientras gritaba...SÍ, SÍ, SÍ.
Su corazón comenzó a derretirse de amor y agradecimiento por Bredell, el único hombre que verdaderamente se había preocupado por su bien estar, la única persona que se ofrecía sin buscar intereses para hacerla feliz, el único hombre que no quiso sacar nada de ella sino darle tanto, y tan generosamente.
Ahora estaba totalmente segura de que no se había equivocado al abrirle su corazón. Aquel sí era el hombre de su vida.
El lo tenía todo bien calculado y resuelto, el tema del idioma, el tema del alojamiento y lo relacionado con el viaje y el traslado. Le estaba abriendo la puerta a una aventura de vida y de trabajo como nunca tuvo. Nada le apetecía ahora más a Violeta que abrazarle de nuevo y sentir como sus brazos la protegían. Y así, en sus brazos, quedó rendida al futuro y al amor, y se olvidó por completo de todo lo demás.

No hay comentarios: