Es posible que alguien intente cortar los hilos que forman el tejido que se crea entre unos hijos y una madre buena, pero seguro que fracasa. Es posible que el tiempo quiera emborronar la realidad de una vida desinteresada, de un día a día de lucha y entrega, pero tampoco lo logra. Y yo me pregunto con frecuencia de dónde sacabas la fuerza, qué brazos invisibles te sostenían para no dejarte vencer por el miedo, para mantener una honestidad sin fisuras y jamás mentir en mi presencia. Y añoro tu sonrisa tan verdadera, aunque arrastrando tras de sí un dolor irreparable, una sonrisa frenada por el dolor de una gran pérdida pero deseosa de mostrarse sincera. Aunque no tuviste aviones, ni coches, ni mansiones lujosas, ni yates, ni muchas tierras, nunca estuviste sola y nos dejaste la mejor de las herencias, una que no se compra con dinero y vale más que todo el oro. Nos dejaste de herencia tu fuerza, tu amor, tu bondad y tu ejemplo de honestidad. Solo espero con ansia ese día en que tu Padre y el mío nos cite de nuevo. Que tu pelo, siempre descolorido, recupere su color natural y el brillo de sus 20 años, que tu cara menuda y sufrida obtenga su tersura de nuevo y aunque no sea por mérito que regreses, tu lo necesitas porque otra oportunidad si que te hace falta. Aquí estoy a la puerta esperando tu regreso, ya el tiempo se acorta y tú, como todos los que esperan, tendrás de nuevo tu tiempo. Te espero Madre.
🤍 MADRE AÑORANZA
¡Madre! ¿Donde están tus manos?
aquellas de terciopelo,
¿Dónde tu paciencia, madre,
que como aquella no encuentro?
¿Dónde tu sonrisa, madre,
y tu esperarme en silencio?
¿Dónde encontraría un amor
desinteresado y cierto?
¡Madre! Dime dónde estás
que tan solita me encuentro.
