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EL LIBRO DE LIBROS




Cuando alguien nos manifiesta su amor por un libro, así de entrada, puede parecernos extraño al oírlo, pero se comprende mejor cuando se especifica de qué libro se trata, y se aclara que ese libro es la Biblia.
A pesar de que ha sido odiado y odioso para muchos, es amado también por muchos otros, mostrando que a casi nadie deja indiferente esta colección de libros.
La pequeña y especial biblioteca de que se compone este universal libro es una fuente inagotable de información de todo tipo. Contiene guía y consejo para todo aspecto de la vida, si no de una forma directa, sí por medio de los principios generales que contiene. Estimula a la razón y al buen juicio, contiene sabiduría que es útil siempre y que sigue actual a pesar del paso del tiempo.
En ella se expone el propósito y razón del ser humano, mostrando que es la expresión misma de Dios para la humanidad, su palabra, su dicho para el género humano.
En sus páginas se manifiesta cual es la mejor manera de beneficiarse de su contenido, y lo hace, con una ilustración, comparándolo a la búsqueda de un tesoro escondido, lo que requiere cierta cantidad de tiempo, esfuerzo y dedicación entenderlo.
¿Por qué haría Dios tal cosa? ¿Por qué ocultaría ese tesoro a la vista de alguien? Muy sencillo; Él sabe mejor que nadie que no todos valoran esa joya que es la sabiduría practica. Así, sólo quien de verdad quiere adquirir esa sabiduría, la obtendrá.
Ya dijo Jesucristo, el mayor defensor y cumplidor de la Palabra, que las perlas no son cosas para lanzarlas a los cerdos, las pisotean sin miramientos porque no las aprecian en absoluto. Aunque la comparación parece algo dura por el animal utilizado para la ilustración, a menudo es así como se trata con los principios y leyes bíblicas por parte de quienes los desprecian, o simplemente no los valoran.


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