BELLEZA DIARIA

La belleza suele ser anónima y muchas veces subjetiva. Cada cual la ve o no la ve, la huele o no la huele, la siente o no la siente.
Cuelga de un árbol en forma de fruta madura, brilla en el cielo como reflejo estelar, vuela en el aire como pájaro, desciende como agua a manera de cascada, luce como flor cargada de aroma o está plasmada en los ojos por la inocencia de un niño.
Pero la belleza no es nada, ni existe siquiera si no cautiva un corazón para regocijarlo, si pasa detrás de unos ojos ciegos, al lado de una boca muda o resuena alegre alrededor de unos oídos sordos.
La belleza es también una mirada cándida que ignora el peligro, un corazón que ama desinteresadamente. Es una risa compartida, un abrazo, una caricia o un beso. La belleza está o no, ella depende de los sentidos para realizarse.