lunes

DESDE LA HONDONADA

Alejarme de su perfume inquietante me procuró un mar de lágrimas y desde entonces ningún otro se le asemeja ni despierta en mí unas pulsaciones vibrantes como aquellas ya que esas primeras inscripciones condicionaron a las futuras, corroborado todo por el hecho odioso de las comparaciones. Nadie puede deshacer sus delicadas mañanas, sus días otoñales o sus agitadas tardes de primavera. La transparencia de las noches o el cálido viento del verano sureño. Se hallan los almacenes de tal forma repletos de ese primario surtido, que basta una tarde oscura y lluviosa para propiciar el clic necesario al rito de la memoria. Las cosas inigualables por idealizadas, emergen de los fondos como granos que, germinando bajo tierra, eclosionan hacia el exterior lustrosos y dando una  nueva vida.
Pudiera  perturbar la idea de que ocupe más espacio el destino de las cosas que el de las personas, que tomen un lugar más avanzado en el ranking de las valoraciones las pequeñeces de la vida. Me pregunto a veces, qué es una persona sin su historia, sin su inicio. La respuesta puede ser sencilla dependiendo de la sencillez de quien responda. Poco o nada puede ser el humano sin sus vivencias, como poco puede valer un árbol sin raíces, un río sin afluentes o un hombre con la amnesia de sus orígenes. “Y me siento bajo los naranjos a paladear un té oloroso con pétalos de rosa y canela, bajo la higuera a bordar filigrana en sus hojas con las espinas del granado. Me ensarto un collar con huesos de chirimoya y con la flor de clavellina tiño de rosa los guijarros blancos del arroyo. Mas tarde desaparezco diminuta y huesuda entre la hierba que ha florecido y entre las gramíneas espigadas¨
De repente, tal como se nos instala un perfume en la memoria, tú puedes estar allí conmigo olfateando la canela, tiñendo los guijarros y sintiendo la humedad de la hierba. Hablar de cosas intrascendentes pero vivas es algo que trasciende. Confesar nuestros errores nos hace entrañables y compartir nuestro dolor nos congratula con la realidad. He aquí mis manos completamente abiertas, extendidas para alcanzar las tuyas, con el bagaje de un pasado y sin ningún temor al futuro.

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