lunes

REGRESION INTERNA


Lo bueno de nacer viejo;
que cada vez se es más joven.

Nacer viejo te lleva al deseo de renacer,
de girar tus pasos moribundos
en dirección a una larga vida.
Cuanto más viejo más joven,
cuanto más sabio más niño.
El primer enemigo que te aborda,
el pasado presente
que cauterizó tus millonésimas
con el estigma perverso de una emoción negra.
Desde la vejez comienza el retroceso
hacia una madurez completa
en la que pervive el ansia de la siembra
junto al alborozo de la cosecha.
Tímidamente se avanza hasta la adolescencia
con agrio temor y rasante vuelo,
con un efervescente deseo de justicia
latiendo en las entrañas.
Al púber que se dirige a niño
se le instala pronto una sonrisa
en el reverso de los ojos,
se le prende la serenidad del mar,
la alegría vivaracha de los arroyos,
no reprime los trotes por la pradera
ni los revolcones el la hierba.

Para los niños,
la frutilla sabe a fresa,
los melocotones huelen a duraznos,
(no les confundan).

Otoño regresa con madera de lápices recién afilados
y verano,  ofertando salitre y noches estrelladas.
Ser niño tiene sólo un inconveniente:
se necesita otro niño
para tus juegos.
Irreversible regreso,
irrevocable vuelta,imparable marcha.
Nada puede sujetar el crecimiento invertido,
ninguna alquimia puede
convertir el oro en paja,
serás un bebé de pálida hermosura,
de salientes pómulos y hundidos ojos,
nadando en gelatina
sin lágrima alguna
hacia en cálido útero
de la madre tierra.
Lloren si quieren pero no intenten detenerlo,
no hay probeta que logre
convertir en viejo a un niño regresado.

Paqui Cano
(Autobiográfico)


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