miércoles

CON TUS MIEDOS


Hoy he estado haciendo collares con mis propias manos y me hice uno con tus miedos, porque los vas soltando como perlas que una ostra envidiaría, como la obra única de un artesano que trabaja con el dolor, poniendo tiempo y esfuerzo en ella pero luego la regala. Tus miedos no conocen el pudor porque son libres y autónomos y, aunque se derraman por doquier, parece que nadie los ve, aunque quedan suspendidos como las gotas de agua colgando de una brizna de hierba, nadie los percibe como tales.  A fuerza de identificarlos comenzaron a hacerse familiares a mi alma, a encontrarse con los míos en  largas noches de indecisiones en un puro flechazo de mutuas  realidades, encajando en moldes muy  parecidos  gestados en ancestrales pliegues de la conciencia. Nadie puede entender la naturaleza de tus miedos si no sintió los suyos propios devorando las cuatro gotas de alegría que produce el amanecer de unos ojos intercambiando su luz, proyectando sobre otro  miedo sus ojos esperanzados. Yo veo venir tus temores determinantes, tras tus ojos aterrorizados, tras tus manos temblorosas,  detrás de tu voz entrecortada y de tus huídas hacia ninguna parte.  El peligro en tu corazón es tan real que se filtra como el agua por las rendijas, como el viento que sacude las ramas de los árboles, como el fuego que brota del volcán en imparable erupción.
Y si hay que ser artista, me hago artista para convertir en joyas tus miedos y los míos entrelazados, para desalojar las nubes de un amanecer que nació ciego y buscar con desesperación el milagro de la luz.


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