miércoles

HOMBRE CAÍDO



¡Ay! El hombre, con tantos interrogantes y tantas respuestas erróneas, con tantos caminos andados hacia el mismo precipicio, con tanto dolor como placer, con las pupilas dilatadas por la  perniciosa oscuridad  en el túnel del tiempo, por tanto escribir y borrar, por tanta subida y bajada del telón por los tramoyistas, por tanta puesta en escena de los actores y por tanta risa o llanto de los espectadores.
Se tensa un poco más la cuerda que sujeta los extremos del eje de la tierra mientras ella  está vomitando ácidos. El agua, que está en tu origen, en tu destino, en tu corto discurrir por ella, brama cada día como la cierva que pierde a su cervato. Una canción lastimera se oye como el eco repetido de un mantra lejano y un estridente sonar de cacerolas cual rabieta de los pobres. Todo atenuado por el sórdido crujir de los tambores de guerra del hombre que se confiesa libre. ¡Ay hombre, que poco sabes tú de libertad y cuanto te gusta soñar que eres libre. Muchos artificios inventados pero ninguno te libera de tu negro destino en rebeldía, rebeldía contra todo y contra nada, contra lo que fue, contra lo que es y contra lo que será. No eres lo suficiente fuerte como para librarte de ese desasosiego que te crea la injusticia de otros y no la tuya propia, porque resides ciego e incrédulo de tus barrotes aislantes, pertrechado en tus jaulas de oro que pervierten soledades.
¿Tengo que llorar un poco más por ti?
¿Hasta cuando tu insensatez extrema?
¿Acaso se puede borrar la historia?
Quiero creer en ti, dame una muestra de que estás adelantando a la cordura. Convénceme de que ya encontraste la llave que abre la puerta a la vida para todos, que ya tienes la fórmula mágica para parar la locura personal o colectiva de esta autodestrucción.


No hay comentarios: